Reflexiones a la Historia de España (Episodio III): Demasiados años de Reconquista
Siempre se ha estudiado y tenido como dogma histórico, la gesta que protagonizó el pueblo español, que tras ser derrotado y ocupado su territorio por los musulmanes, en el 711, poco a poco y con tesón admirable, fueron desde el primer momento, recuperando el terreno que les había sido arrebatado, tardando en hacerlo 800 años, denominándose a todo ese período “Reconquista”.
¿No son demasiados 800 años para llamarlos de reconquista? Cualquier libro de texto de historia de España la divide en cinco grandes eras: prehistoria, antigua, media, moderna y contemporánea, encuadrando la tercera entre la invasión árabe y la batalla de la Janda y la toma de Granada en 1492, abarcando toda ella la gesta de la reconquista, de tal forma que la vida y los acontecimientos en la parte de la península “ocupada” por los musulmanes son recogidos en breves capítulos como foráneos al conjunto de lo que es España.
En la actualidad, con el estado de las autonomías, se potencian pasajes de la España musulmana, principalmente los cien años del califato de Córdoba (929-1031), interregno en el que brilló con luz propia en todo Occidente, prestándole sumisión todos los reyes cristianos españoles. Siendo cierto todo ello y debiendo estar orgullosos de esa etapa histórica española, se desvirtúa cuando en los libros de texto aparecen calificativos como “país de la tolerancia”, intentándose con ello infravalorar el sentimiento cristiano actual.
En realidad los protagonistas cristianos de aquellos años no sentían que estaban efectuando una reconquista de territorios antaño perdidos, sino que para ellos era llana y simplemente una lucha del fuerte contra el débil, en donde el primero acrecentaba el poder de su reino.
En el 711 el estado visigodo se encontraba en plena descomposición, los reyes o caudillos se sucedían de acuerdo con el poder que disponía cada facción. Una de ellas, la del derrotado Witiza, acudió a los musulmanes para que les ayudaran a recuperar el poder.
La visión que la Iglesia tenía de los seguidores del profeta Mahoma no era ni mucho menos la que se tuvo a partir del inicio del segundo milenio o en la actualidad, sino que se planteaba como una herejía de la cristiana, por lo que la petición de ayuda no era descabellada. En realidad los musulmanes negaban la divinidad de Cristo, y esta negación había sido objeto de otras corrientes cristianas, entre ellos los arrianos, religión sustentada por los visigodos hasta el rey Recaredo.
Tarik y más tarde su jefe Muza, desembarcaron sucesivamente en las cercanías de Algeciras, no alcanzando los efectivos primeros los diez mil hombres y no superando a lo largo de ese siglo los cien mil. Pueden parecer pocos, pero los visigodos llegaron a dominar la península siendo solamente setenta mil personas, incluyendo familias, cuando los hispanorromanos eran varios millones. Los sarracenos que en principio vinieron como aliados inmediatamente se dieron cuenta de las posibilidades y de las riquezas que acogía la tierra, ocupándola en nombre del califa de Damasco, designándose un emir o gobernador, que dependía de otro del norte de África.
Es interesante la lectura del libro del eminente historiador, don Claudio Sánchez Albornoz: “Orígenes de la Nación Española. El Reino de Asturias”, porque es precisamente en estas tierras y en Covadonga concretamente, donde se inicia la “reconquista”. Como bien dice don Claudio: “Una vez más en la Historia, sucesos fortuitos, acontecimientos menudos, sin relieve, iban a producir resultados gigantescos, insospechados, trascendentales”, debido a que la resistencia de Don Pelayo en las montañas asturianas no tuvo nada de patriótica, sino para defender su honor que creía mancillado por el gobernador Munuza (godo islamizado o bereber) ante la pretensión de poseer a la hermana del primero.
Las crónicas cristianas, escritas varios cientos de años después, hablan de miles de musulmanes derrotados en Covadonga por unos cientos de entusiastas “españoles”, pero si actuamos con lógica, se comprueba que el número de ellos debía ser pequeño, ya que era imposible que se pudiera disponer para una situación que se consideraba más “policial” que guerrera de un fuerte ejército, teniéndose además que guarnecer con soldados suficientes el territorio peninsular y atender al objetivo prioritario que era la invasión de la Galia a través de los Pirineos.
Pelayo venció y el poder musulmán, con otros problemas no puso un empeño excesivo en remediar la situación, de tal manera que en aquellos años cruciales, se fue repoblando Asturias de emigrantes del sur, organizándose un pequeño estado, continuador del visigodo, no porque se consideraban herederos de aquel reino, sino porque era la única organización que conocían, planteándose en los cien primeros años los mismos problemas en la elección del rey que, culminaron con la descomposición del reino visigodo.
Los musulmanes fueron derrotados en Poitiers, abandonando su pretensión de ocupar las Galias. En aquellos tiempos las fronteras entre los estados no se definían como en la actualidad sobre la base de líneas, sino que se interponía entre los mismos, y más cuando eran enemigos, un espacio vacío, retirándose los musulmanes a la línea del Ebro y del Duero, quedando al norte un desierto, con ciudades abandonadas y campos baldíos.
A lo largo de los siglos IX y X se vislumbran los futuros estados cristianos: Astur-leonés, Navarro, Aragonés y condados catalanes, que conformarán los últimos tres reinos cristianos: Castilla, Corona de Aragón y Navarra. A lo largo del siglo X el califato de Córdoba impone su ley por toda la península, aunque la diáspora de la España musulmana, a partir del siglo XI, con la división en los “taifas”, va a permitir el trasvase de dominación a la “cristiana”, llegándose incluso a distribuir los monarcas los distintos reinos musulmanes como tributarios.
A continuación, mientras en el mundo se predica la “cruzada” para rescatar los Santos Lugares y luchar contra los considerados enemigos de la fe, en España, el Papa declara que las luchas contra los infieles también pertenecen a esta tipología de guerreros de la cruz, siendo en esos años cuando se recrudece y se impulsa la guerra contra los musulmanes, que las sucesivas invasiones de los almorávides, almohades y benimerines no logran paralizar.
Pero la euforia guerrera contra los infieles decrece en occidente, presintiéndose otros enemigos, teniendo su reflejo en la península con una paralización de la acción guerrera contra el único reino mahometano que permanece, el de Granada, que aún perdurará durante más de doscientos años.
Aunque la “reconquista” culminó por ser “heroica”, dado que ha sido el sello más paradigmático de la Historia de España, no fue una guerra continua entre “moros y cristianos”, sino que si se tuviera que poner una tipología de guerra a esos 800 años, habría que considerarla como “guerra civil”. Hermanos contra hermanos, parientes contra parientes, no sólo entre los cristianos sino también entre los islamistas, de tal forma que se establecían alianzas de unos contra otros, al margen de su religión, para combatir al que se consideraba contrincante.
Entre los musulmanes se acrecienta el concepto de “guerra civil” porque durante todo ese tiempo permanece el enfrentamiento entre árabes y bereberes y a partir del siglo XII, entre los “españoles musulmanes” y los invasores procedentes del norte de África.
A mediados del siglo XV coinciden como reyes de los dos reinos predominantes: Castilla y la Corona de Aragón, Isabel y Fernando, que han pasado a la posteridad como los Reyes Católicos, los cuales se fijaron como objetivo de su reinado conjunto la unidad peninsular, actuando en varios frentes, el primero de política matrimonial, casando a sus hijos con los posibles herederos de Portugal, también con otros príncipes europeos, y segundo mediante la acción bélica, atacando Granada para conquistarla, lo que se produjo en 1492, año que ha pasado a nuestra historiografía como el de la “unidad española” y el descubrimiento de América.
En otro Recuadro de la Historia afirmamos que no fue una cuestión religiosa la conquista del reino nazarí de Granada, sino de seguridad, ante el avance imparable de los turcos, sus aliados, vasallos y tributarios, por el norte del continente africano, temiéndose que pudiera producirse otra invasión, similar a la del 711 y que pusiera en peligro a toda la Cristiandad.
Gesta heroica la de la Reconquista, por supuesto, pero no porque haya sido la de un pueblo unitario enfrentado a su destino, sino porque la historiografía y los propios españoles lo han considerado así.
Rafael Vidal Delgado
Coronel de Artª. DEM y Doctor en Historia
Figuras 1 y 2: Estatuas de algunos reyes visigodos existentes en diversos lugares de la ciudad de Toledo.
Figura 3: Pintura que representa a Sancho Garcés III de Navarra, obra Del fraile Juan Ricci. Pertenece al barroco español, motivo por El cual los ropajes no se corresponden con los de La época del monarca navarro, sino del siglo XVII.
Figura 4: No existen representaciones humanas de los emires, califas y reyes taifas de la España musulmana, llegándonos hasta nuestros días una arquitectura admirable y determinada miniaturas en papel.
Figura 5: Panteón de Carlos III de Navarra y de su esposa. Hijo de Carlos II el Malo. Vivió a finales del siglo XIV y principios del XV. A partir de este período el acercamiento del reino de Pamplona o Navarra a Francia es progresivo.