11 marzo, 2013

Los mejores grabados de Durero, reunidos en la Biblioteca Nacional

Durero dibujó el rinoceronte más famoso de la biología moderna sin haber visto ninguno su vida. A pesar de ello, y de las licencias decorativas del grabado, la imagen fue durante tres siglos la referencia gráfica de un animal por entonces desconocido en Europa. ‘El rinoceronte’ (1515) es una de las joyas de ‘Durero grabador. Del Gótico al Renacimiento’,una muestra monográfica que podrá verse a partir de este jueves en laBiblioteca Nacional (BNE).

La exposición reúne 116 estampas y 6 libros, y propone un repaso cronológico a la obra del artista (1471-1528) y de sus contemporáneos en esta disciplina. Todas las piezas pertenecen a la Biblioteca y representan el “inigualable patrimonio” que conserva en sus fondos, ha subrayado su directora, Gloria Pérez Salmerón. Esta colección de imágenes de Durero es una de las más importantes del mundo, sólo por detrás del British Museum, la Biblioteca Nacional de Francia o los archivos de Berlín y Nuremberg (cuna del grabado alemán).

El primer apartado de la muestra está dedicado al panorama del grabado alemán en la época de Durero. Un repaso por las diferentes escuelas, el trabajo de los ‘Pequeños Maestros’ (llamados así por el tamaño de sus obras) y el progresivo perfeccionamiento de una técnica que llegó a Europa al filo del siglo XVI.

Concha Huidobro, comisaria de la muestra, ha explicado que parte del éxito de artistas como Lucas Cranach, Hans Holbein y Albretch Altdofer, además de Durero, se debe al patronazgo de Maximiliano I de Habsburgo. El emperador vio en el grabado “una forma mucho más eficiente que la pintura para extender su imperio”, señala, ya que permitía copiar y distribuir las estampas fácilmente.

El legado de un genio

Los tres espacios restantes se sumergen en la producción de Durero durante su etapa de aprendizaje, su paso del Gótico al Renacimiento (después de viajar a Italia en dos ocasiones) y su trabajo al servicio de Maximiliano. La rigidez de los trazos de ‘San Jerónimo en su celda’ (1492), probablemente su primer grabado, se va diluyendo hasta alcanzar la destreza y la fuerza de los dibujos que ilustraron ‘El Apocalipsis’ (1498).

'Adán y Eva' (1504).

Tras ello, Durero empezó a interesarse por la belleza, las proporciones humanas y equinas, las estampas religiosas y la relación entre el amor y la muerte.A esta época pertenece el buril ‘Adán y Eva’ (1504), cuatro series religiosas y tres obras maestras o Meisterstiche: ‘El caballero, la muerte y el diablo’, ‘Melancolía I’ y ‘San Jerónimo en su celda’. La iconografía y los juegos numéricos presentes en ‘Melancolía I’ la convierten en una de las imágenes más misteriosas de Durero, señala Huidobro. Mientras que la imagen de San Jerónimo es al grabado lo que ‘Las Meninas’ a la pintura del Siglo de Oro: “una lección de profundidad”, revela.

La última parte de la exposición reúne una serie de obras dispares: tres aguafuertes, imágenes de apóstoles e importantes retratos como el de Erasmo de Rotterdam. También las xilografías (grabados sobre madera) que hizo para Maximiliano I: entre ellas, un enorme ‘Arco Triunfal’ (un ‘puzle’ de 192 estampas) y un retrato del emperador.

Completan la muestra tres tratados (de tipografía, de fortificaciones y de anatomía humana) y el famoso rinoceronte, del que Durero sólo vio un dibujo y unas anotaciones en portugués. El animal, procedente de la India, fue el regalo de un sultán al rey Manuel I de Portugal. El paquidermo murió ahogado. El porqué, en la Biblioteca Nacional hasta el 5 de mayo.

Por E. Vasconcellos de El País.

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