5 junio, 2015

Los años 50. La moda en Francia 1947-1957

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Título: Los años 50. La moda en Francia 1947-1957
Lugar: Museo de Bellas Artes de Bilbao
Fechas: Del 10/03/15 al 31/08/15.
Patrocina Diputación Foral de Bizkaia
Exposición organizada con la colaboración excepcional de Palais Galliera, musée de la Mode de la Ville de Paris, y Paris Musées
Participa Bilbao International Art and Fashion

Los años 50 fueron una etapa crucial para la alta costura francesa, muy mermada por el hundimiento financiero del año 1929 y, sobre todo, por la guerra. Durante esa década París volvió a ser la capital mundial de la moda, que experimentó un renacer protagonizado por grandes nombres como Jacques Heim, Chanel, Schiaparelli, Balenciaga –a quien el Museo de Bellas Artes de Bilbao dedicó la exposición monográfica Balenciaga. El diseño del límite (2010)– o Jacques Fath, seguidos por Balmain, Christian Dior, Jacques Griffe, Hubert de Givenchy o Pierre Cardin.

Todos contribuyeron al prestigio duradero de la moda francesa, sinónimo de lujo, elegancia y creatividad, y también al empeño de llevar sus logros al prêt-à-porter.

Esta exposición propone un recorrido por la evolución de la figura femenina a lo largo del decenio 1947–1957, desde el nacimiento del llamado New Look hasta la muerte de Christian Dior y la llegada de Yves Saint Laurent. Se presentó el año pasado en el Palais Galliera, museo de la moda de París, cuyo director, Olivier Saillard, seleccionó más de cien modelos y complementos, en su mayoría piezas excepcionales, pertenecientes al museo. Para su exhibición en Bilbao se ha contado como comisaria asociada con Miren Arzalluz, experta en historia del traje y de la moda.

Más de cien modelos y complementos de los principales diseñadores de la edad de oro de la alta costura francesa.

1.- Introducción. Christian Dior

El 12 de febrero de 1947 la presentación de la primera colección de Christian Dior, recién instalado en la avenida Montaigne, cambió para siempre el panorama de la moda con una nueva silueta femenina calificada por Carmel Snow, redactora jefe de la revista de moda Harper’s Bazaar, como New Look. Las maniquíes que desfilaban por los salones de la maison lucían trajes de largos y formas revolucionarios.

Las faldas amplias, largas y ahuecadas con enaguas impactan tras años de restricciones impuestas por la Segunda Guerra Mundial. Los talles ceñidos al máximo marcan el retorno de la corsetería. Los faldones exagerados aportan estilo a la silueta, que se rediseña. Los hombros estrechos y los escotes amplios representan una nueva feminidad, imagen de toda la década. A ambos lados del Atlántico, la colección causa escándalo.

La moda de los años cincuenta está dominada por diseñadores masculinos, que subliman la feminidad pero, también, la encorsetan. Jacques Fath es uno de sus artífices. Cristóbal Balenciaga, maestro de maestros, escribe la segunda mitad del siglo con sus tijeras y sus tejidos de volúmenes arquitectónicos. Y otros, como Jacques Heim, Jacques Griffe, Jean Dessès y Antonio del Castillo, a los que no tardarán en unirse Pierre Cardin o Hubert de Givenchy, colaboran en la construcción de una idea de elegancia, según algunos, jamás superada. Rebelada contra ese dominio de aire retrógrado, mademoiselle Chanel prepara su regreso. En 1954, su colección, primero ignorada y más tarde aplaudida, consagra su famoso traje de chaqueta como solución indumentaria de indiscutible contemporaneidad. Se afianza una silueta andrógina que anuncia las transformaciones de la década siguiente.

Con la repentina desaparición de monsieur Dior en 1957 concluye el repertorio idealizado de los años cincuenta. “Un rostro surge de las sombras. Yves, el delfín de 21 años”, titula en 1957 Paris Match. Yves Mathieu Saint Laurent, al que Dior consideraba su heredero espiritual, es nombrado director artístico de la firma. Las cifras constatan la diferencia: de 106 casas en 1946, no quedan más que 60 en 1952 y 36 en 1958. Los años cincuenta preceden inmediatamente a la llegada del prêt-à-porter, propician su aparición y la “amenaza” de la democratización de la moda, fenómeno para el que la alta costura difícilmente podía encontrar una respuesta apropiada. Todo ello explica, sin duda, que la década de 1950 y su chic radical sean un hito en la historia de la moda.

2.- Vestuario de día

Traje de chaqueta de mañana, de viaje, clásico, dos piezas de mañana, abrigo de viaje, abrigo de diario, vestido de almuerzo, vestido de tarde, vestido de tarde formal, conjunto de tarde sencillo, vestido de final de tarde, vestido de final de día, dos piezas de calle, conjunto para recibir, conjunto de viaje, conjunto de fin de semana, conjunto de sala de fiestas, vestido de casa, vestido de ciudad, vestido de cena informal… En la década de 1950 el vestuario de la mujer parece un diccionario sin traducción en nuestros días. Las líneas “8”, “H”, “A” o “Y” dictan los movimientos y longitudes que desea el modisto para chaquetas y vestidos. En los talleres y en los salones de alta costura se “bautizan” los trajes de chaqueta y otros modelos: “Bonbon”, “Bernique”, “Esperanto”…

Esta poesía que mademoiselle Chanel aborrece y califica de “costurera” –prefería identificar sus creaciones con números– se difunde en revistas de moda y medios de comunicación. En las cerca de sesenta casas de alta costura que funcionan a comienzos de 1950, se pone en marcha un sistema de licencias y líneas más accesibles, como Jacques Fath Université, Heim Jeunes Filles, Lanvin Boutique, para las clientas que no tienen el privilegio de frecuentar los salones. Para el resto de las mujeres quedan la ropa de confección, menos sofisticada, o los patrones que divulgan las revistas de moda. Hasta la década de 1960, cada mujer es una modista capaz de reproducir los modelos que le gustan. El indispensable accesorio (guantes, sombrero, bolso…) completa la silueta.

Balenciaga

“La moda de Balenciaga, hecha de refinamiento francés y ardor español, es pura y equilibrada. Sin improvisaciones ni concesiones. Sus trajes de chaqueta, de costuras revolucionarias, son imposibles de copiar y sus fastuosos trajes de noche, al contrario, parecen dotados de una sencillez milagrosa”. El artículo publicado en Paris Match en 1951 evoca en esos términos el misterio Balenciaga. Al “hombre invisible de la moda” se le describe como un “enigma, lo que paradójicamente le ha dado más publicidad que los ecos más sonados”. El modisto se instaló en París en 1937. Sus magistrales colecciones se disfrutaban en la intimidad de sus salones de la avenida George V.

Jacques Fath
La casa Jacques Fath se inaugura en 1937 pero despega realmente en la década de 1940, proponiendo una moda ligera, alegre y llena de fantasía, a imagen de su creador. El modisto, consciente de la importancia de los medios de comunicación para la imagen de su marca, llama la atención pública autopromocionándose, ya sea en un baile de disfraces o a la salida de un baño.

Siguiendo la estela del New Look iniciado por Dior, Fath juega con la asimetría de los volúmenes, con el remodelado de un cuerpo femenino idealizado y también con la estilización de la silueta.

Jacques Heim

Tras heredar el negocio familiar de peletería, Jacques Heim diversifica la empresa en 1925 y funda una sección de alta costura. En 1936 inaugura Heim Jeunes Filles en la planta baja. El estilo del diseñador se inspira en la tradición francesa con mesura y elegancia, y cuenta con la experiencia de talleres de renombre. Heim introduce el uso de tejidos, como el algodón, hasta entonces menospreciados en la alta costura. Es además parco con los bordados y los adornos, atrayendo con ello a una clientela joven y contribuyendo a fomentar el naciente prêt-à-porter.

En 1987, la familia Heim hizo una importante donación al Palais Galliera, consistente en archivos, numerosas prendas de ropa, dibujos y fotografías que dan fe de la creadora energía de esta casa de alta costura que cerró sus puertas en la década de 1960.

Christian Dior

En ocasiones las exposiciones contribuyen a identificar algunas piezas, como ésta que llegó sin etiqueta al Palais Galliera y que pudo identificarse tras investigar en colaboración con la casa Christian Dior. Se trata de un conjunto de vestido y chaqueta cuyo diseño original se encontró en los archivos de la colección otoño-invierno 1950-1951 de la casa instalada en la avenida Montaigne. “Bernique” debe su nombre a la protuberancia en forma de concha (o de sombrero chino) que nace en la chaqueta y se proyecta sobre un prominente faldón. Ajustado y bien perfilado, encarna en grado sumo el espíritu del modisto y el de los años 50. Cuatro años después de la aparición del New Look, Christian Dior representa, por sí solo, el 49% de las exportaciones de la alta costura francesa. En la colección Dior de la temporada otoño-invierno 1950-1951 figuran 191 modelos, 64 abrigos y 23 pieles. No se modifica la longitud pero la línea vertical da paso a la oblicua. Se restituyen las formas naturales: hombros caídos, busto separado, talle fino y caderas marcadas, según describe Paris Match en la edición del 12 de agosto de 1950.

Carven

La casa de alta costura Carven nació en un apartamento de los Champs Elysées en 1944.

Consciente de que los modistos de aquella época sólo vestían a mujeres esbeltas y altas, su fundadora madame Carven decidió dirigirse a una clientela igualmente elegante pero, como ella, de menor estatura. En consecuencia, Carven no tardó en convertirse en el ídolo de las jóvenes. Su moda refleja esta característica. Introduce tejidos modestos y ligeros, como el algodón y el lino.

En 1950 Carven se une a Dessès, Fath, Paquin y Piguet formando Couturiers Associés. Los cinco colaboran con siete fabricantes y cada uno de ellos crea cada temporada dos vestidos de ciudad, tres abrigos, entre ellos un impermeable, y dos trajes.

La distribución de estos modelos a precios asequibles en boutiques regionales anuncia el advenimiento del prèt-à-porter. “Esperanto”, traje compuesto de falda y chaqueta, lleva la etiqueta Carven. De lana de alpaca blanca de la casa Buche, el busto va cubierto de trazos arquitectónicos elaborados con cordoncillo de crin negro de Rébé, que se cruzan y se separan sobre un cuerpo ceñido. Es la silueta de una mujer de 1951, ultrafemenina gracias a la revolución del New Look. Es una auténtica estructura que busca realzar el busto y el talle al ampliar, mediante rellenos, los faldones de la chaqueta. Se trata de un recurso que procede del emblemático traje “Bar” de la primera colección Dior.

Madame Grès

Madame Grès se da a conocer en las décadas de 1930 y 1940 por sus hábiles drapeados, que aplica tanto en trajes de noche como de día. En punto de seda o lana, los pliegues que marca y prepara en sus talleres forjaron su fama hasta el punto de hablar de sus modelos como de auténticas obras maestras. Las décadas de 1950 y 1960 han ocultado injustamente la influencia de su trabajo. Menos presente en la prensa de la época, no por ello deja de ser artífice de unas prendas de singular factura en relación con las de sus contemporáneos.

Pierre Cardin

Pierre Cardin es apreciado por su ropa futurista, con la que inventó la década de 1960 y la siguiente. Sin embargo, este modisto visionario creó su marca ya en 1953, tras haber participado en la aventura de la nueva casa Dior en 1947. Excelente diseñador y sastre, se dice que fue él quien cortó y montó el famoso traje de chaqueta “Bar”, bajo la dirección de Christian Dior. Tras tres años de colaboración, se independiza y orienta su trabajo al vestuario de teatro y baile.

También, a la creación de trajes de chaqueta y abrigos, en la que sobresale. Cardin forma parte de esa genealogía de modistos que saben dibujar, cortar y coser. En 1958 encarna la nueva generación del creador de moda. Sus conocimientos técnicos, junto con la investigación sobre nuevos materiales, le convierten en el heredero de los años 50, aunque será el artífice de sus rupturas estilísticas.

La utilización del tweed, la longitud de la falda y de las mangas evidencian que este traje pertenece a los últimos años de la década de 1950. El amplio cuello de esclavina, junto con la economía de adornos, excepción hecha de una rosa de tela enrollada, anuncian ya los años 60 y sus proyectos de simplificación de las formas.

3- Vestuario de playa y de campo

Vestido de playa, vestido de vacaciones, vestido de campo y de balneario, vestido-delantal, blusón marinero, blusa, corsario, estola, conjunto de playa, albornoz, mono, pantalón de algodón, pantalón corto, pareo, bañador, sombrero de paja… Desde principios de los 50, la juventud ya no se identifica, o sólo en parte, con la alta costura. Bajo la mirada divertida de Brigitte Bardot y de Françoise Sagan, que se reparten las portadas de las revistas, una clientela jovial impone bajo el sol un guardarropa liberado, con prendas de algodón de corte muy natural. Los vestidos de tarde de rayas multicolores, las faldas acampanadas de vivos estampados y los conjuntos de playa de resonancias exóticas seducen por su comodidad. Las bailarinas planas, que facilitan pasear y bailar, forman parte de esa búsqueda de lo natural. Las empresas de confección se adueñan de esta producción y las casas de alta costura desarrollan líneas adaptadas. Esta moda estival, que se lleva tanto en la ciudad como en la playa, sirve también de plataforma experimental y de trampolín para el naciente prêt-à-porter, que se impondrá definitivamente en la década de 1960.

Hermès

El número de French Vogue de mayo de 1952 publica una fotografía del vestido “Hermeselle” con el siguiente comentario: “Mientras que, por lo general, nos inspiramos en un estampado para crear un vestido, Hermès hace exactamente lo contrario. En colaboración con tejidos Léonard, presenta un vestido único, cuyo corte determina el diseño. El estampado sobre fondo claro se asemeja a un trazo de carboncillo; sobre uno oscuro, a una pincelada de gouache. Este efecto visual confiere al vestido su carácter exclusivo. Está disponible en gabardina de algodón, seda salvaje y popelín, y en todos los colores. Se presenta con un cinturón de cuero y una banda de algodón del mismo color. Este vestido, cuya botonadura es igualmente imaginaria, se puede adquirir en Hermès y en sus establecimientos de Cannes, Biarritz y Deauville…”.

Lanvin-Castillo

Jeanne Lanvin murió en 1946, a la edad de 79 años; por aquel entonces 1.500 mujeres trabajaban a pleno rendimiento en su local del Faubourg Saint-Honoré. En 1950 el modisto español Antonio Cánovas del Castillo se incorpora a la casa de alta costura Lanvin asumiendo su dirección artística. Exiliado tras el alzamiento de 1936, Castillo se instala en París, donde trabaja antes de la guerra como diseñador con Paquin, y luego con Piguet, hasta que Elizabeth Arden lo contrata en Nueva York. Fue además la mano derecha de mademoiselle Chanel. Cuando a ésta le preguntaron qué opinaba de él, dijo: “Es una especie de genio oculto. Con él hay que actuar como con un hurón, obligarle a salir de su agujero. Entonces es maravilloso…”. Antonio del Castillo diseñó las colecciones de la casa Lanvin hasta 1963. Durante la década de 1950 puso todo su empeño en recuperar los colores y los bordados que tanto apreciaba la fundadora de la casa.
Supo dotar de un acento contemporáneo a los modelos de una de las más antiguas casas de alta costura, aligerándolos. Su estilo se enmarca en la búsqueda de cortes sobrios, a veces incluso austeros. Sin embargo, su gusto por los colores vivos y los diseños rotundos ponen siempre de manifiesto sus raíces ibéricas.

4.- Construcción del cuerpo. Prendas íntimas y lencería

Corpiño, faja, ceñidor de caderas, sujetador de media copa (balconnet), balconnet culotte, combinación, sostén, corsario, panty, medias, leotardos… En los años 50 los atuendos de día y de noche parecen mimetizarse con los estilizados figurines de los modistos. Los hombros redondos se alejan de un busto menudo. Las caderas se ensanchan bajo un talle constreñido. Las piernas se acoplan como dos nerviosos trazos de lápiz. Desde 1947 la mujer sabe que ha de recurrir a una multitud de prendas íntimas que se han vuelto a imponer. Estas prendas conforman la silueta y la modelan según los diseños del creador. El corpiño acentúa la esbeltez de la cintura. La faja borra las caderas, comprime la espalda. El sujetador pigeonnier separa netamente los senos, permitiendo escotes profundos. La lencería inicia una línea sinuosa o entallada. “La enagua es la favorita del momento. Es el accesorio indispensable de los guardarropas. Confeccionada en linón, plumeti, algodón o encaje, se realza con lazos y se lleva con un corpiño del mismo tejido, con o sin ballenas. Por su amplitud, da consistencia a las faldas de vuelo,” describe Vogue en 1954. La era de las medias estándar pasa a la historia: bordadas, estampadas o con incrustaciones, combinadas con el vestido, las medias de nailon cubren las piernas de las mujeres elegantes.

Esta nueva corsetería, con la etiqueta de los propios modistos, remite a épocas pasadas. El recuerdo del corsé revive en la faja. Tres colores, negro, rosa y blanco, se usan en una lencería que los años 60 desterrarán. Habrá que esperar a la década de 1980 para volver a descubrir sus encantos.

5.- Vestido de cóctel

Vestido de noche informal, vestido de restaurante, vestido de cena, vestido de baile, vestido de sala de fiestas, vestido de recepción… Desaparecido hoy en día de las pasarelas, de las revistas y de las costumbres, el vestido de cóctel sintetiza la moda y el vestuario femenino de los años 50.

Es una evolución natural del traje de vestir o de noche informal de las décadas anteriores. Nace estrictamente en los años de la posguerra y desaparece con el auge del prêt-à-porter de la década siguiente. De longitud variable, es un vestido de noche de uso menos formal. De amplitud y vuelos múltiples, es heredero de los vestidos de tarde ennoblecido con tejidos preciosos. Se le asocia espontáneamente la forma de corpiño, con o sin tirantes, pero puede igualmente lucir mangas tres cuartos y envolverse en un abrigo corto del mismo tejido. Los tonos rosa palo, rojo vivo, azul intenso o diluido, las tintas negras y los estampados destacan sobre sus voluminosas faldas. Se llevan los vestidos de cóctel “desde las 8 de la tarde para la cena, el restaurante, el teatro; su forma combina elegancia y comodidad… Chaquetilla Spencer, bolero, echarpe o abrigo disimulan los hombros desnudos hasta que sea apropiado mostrarlos”, dice Vogue en 1950.

Auténtico arquetipo de una moda fotografiada y difundida por la industria cinematográfica, el vestido de cóctel desaparece cuando André Courrèges diseña en 1964 un guardarropa que rompe totalmente con el pasado. La juventud de aquella época ve en este vestido un elemento de esclavitud de la mujer, reducida a un estado de coquetería. Sólo a lo largo de la década de 1980 volverá a inspirar las colecciones de los creadores.

En 1958, diez años antes de que la casa de alta costura de Cristóbal Balenciaga cerrara, el modisto español lanza al mundo de la moda parisino el modelo “Baby doll”. Su forma es muy sencilla. Sus proporciones resultan algo sorprendentes y es probable que actualmente se calificara de oversize. El volumen desproporcionado y los abundantes pliegues, que evocan los vestidos de las muñecas de los años 20, son las principales características de esta nueva silueta.

Su radical originalidad anuncia las tendencias reformadoras y simplificadoras de la década de 1960. En sus colecciones de 1958, Balenciaga recurre a referencias históricas de estilo Directorio e Imperio. No acata otras reglas que la maestría y la técnica.

Pierre Balmain

Los vestidos de Pierre Balmain están cortados sobre las siluetas con muchas curvas de Praline y Stella. Maniquíes y musas de una marca nacida en 1945, representan la imagen de la feminidad que se transmite a las lectoras de las revistas de moda. El éxito de Balmain se basa en su planteamiento comedido. Seduce a clientas que no desean desaparecer tras un estilo excesivamente opresivo. Desde la temporada otoño-invierno 1952-1953, sus colecciones llevan como título “Jolie Madame”, según el perfume epónimo. Esto es más que un eslogan. La moda Pierre Balmain acompaña a las mujeres, tanto si se trata de maniquíes como de mujeres famosas, de actrices o de clientas. Nunca se impone, porque la discreción es un principio básico de las creaciones, siempre atractivas, de este modisto.

Christian Dior por Yves Saint Laurent

Con 22 años, Yves Saint Laurent lanza la línea “Trapecio” en su primera colección. El joven modisto ha sucedido a Dior, trágicamente desaparecido en 1957 tras diez años de creaciones. Fiel a su espíritu, se apoya en el lenguaje de las líneas y las costuras que Dior se complacía en renovar. La línea “Trapecio” aprisiona el busto y se despliega generosamente sobre las faldas.

Las maniquíes van vestidas de “Printemps”, “Porcelaine”, “Séduction”… Son los nombres que el joven ha elegido para los vestidos de organdí, las faldas de tul o los trajes de chaqueta de lana o franela que acompañan sus primeros pasos. “Aurore”, del que existe una versión en azul porcelana en los archivos de la casa Dior, se incluye todavía en el repertorio de los años 50 que Yves Saint Laurent abandonará al mismo tiempo que la casa Dior, en 1960.

6.- Vestuario de noche

Traje de cortejo, traje de fiesta al aire libre, traje de dama de honor, vestido de cóctel, vestido de noche informal, vestido de restaurante, vestido de cena, vestido de baile, traje de gala, traje de gran gala, vestido de verano, traje de recepción, conjunto de velada de gala, vestido tubo de noche, gran vestido de noche, traje de noche de gran gala, traje de ceremonia…

“Los trajes de noche representan el lujo de los modistos. En ellos vuelcan toda su fantasía. Representan aproximadamente una décima parte de los modelos de la colección”, dice Paris Match en 1950. Tanto si se trata de Balmain como de Dior, Fath, Schiaparelli o de Balenciaga, todos se superan cuando, en el desfile, aparecen los trajes largos. En estilo sirena, de tubo o, por el contrario, muy amplios, todos concentran las magistrales intenciones o las fantasías de cada creador.

Los tejidos pesados y nobles como los tafetanes, los satenes y los terciopelos, los tules y las muselinas dispuestos en capas vaporosas, los encajes… Los trajes de noche de tonos sutiles o teatrales convierten a algunos modistos en inspirados pintores y a otros, en escultores de lo efímero. Sobre las maniquíes aduladas, Anne Saint-Marie, Bettina, Dorian Leigh, Dovima o Susy Parker, se colocan los fastuosos atuendos de reminiscencias históricas que no tardarán en convertirse en la envoltura voluptuosa de actrices de cine y teatro.
El secreto del éxito de Jacques Fath consiste en haber infundido su juventud y su extraordinaria alegría a sus creaciones. Desde que fundara su casa en 1937, el modisto exagera las curvas de las caderas y del pecho, abriendo el camino al New Look de la década de 1950. Además, se atreve con el color. Sustituye la estricta elegancia de la época anterior a la guerra con una moda que exhala alegría de vivir. Se rodea de nuevos talentos y nuevos rostros, en particular el de Bettina, que será su maniquí estrella durante varios años. Cuando no son asimétricos, dibujados a mano alzada y cortados con nerviosos y breves tijeretazos, los trajes se aventuran con otros colores y materiales. Sucede así en este modelo, en el que el tul blanco sirve de marco para exhibir un gracioso corpiño recamado con motivos de granos de maíz.

Pierre Balmain
El traje de noche de los años 50 –corpiño combinado con una falda amplia y larga– es uno de los deseados iconos del guardarropa. En tejidos diversos, evoca los vestidos a la francesa del siglo XVIII. Pierre Balmain, Christian Dior y Jacques Fath se inspiran frecuentemente en el Siglo de las Luces y redescubren la fastuosidad de los satenes, los tafetanes y los terciopelos, que las vendedoras de moda disfrutan adornando con lazos, agremanes y otros abalorios.
Balmain, que abrió su casa en 1945 tras haber trabajado, entre otros, con Piguet y Lelong, permanece fiel a esa influencia en sus vestidos de cóctel y en sus trajes de noche. “Antonia”, cuya réplica exacta lució la actriz de teatro Edwige Feuillère, ilustra perfectamente, en adornos y forma, esas reminiscencias. Los bordados metálicos del centro del vestido y las rosas de muselina aplicadas celebran en la moda de los años 50 esa recuperación del aprecio por la historia.

Christian Dior
El comunicado de prensa que acompaña la colección otoño-invierno 1955-1956 de Dior empieza así: “Es de nuevo con una letra del alfabeto, la Y, con la que se expresa lo esencial de la nueva colección […]. El pecho, bien alto, florece entre las ramas de la Y que llegan a la base de los hombros, naturales y menudos”. Al deseo de estilización que se percibe en diferentes puntos se oponen “numerosas faldas de falla que se abullonan, se recogen, se hinchan y se ahuecan al estilo oriental”. Insistiendo en los colores de moda, conviene señalar para la noche los rosas, los azules pálidos y los blancos, que van del “isabelo al marfil”.

Jean Dessès
Jean Dessès fue un modisto griego nacido en Alejandría. Tras estudiar Derecho, no tardó en decidirse por la moda e inauguró su casa de alta costura en 1937. Después de la guerra, esculpe trajes de noche drapeados, muy plisados, de colores que van desde los tonos lisos hasta las sutiles gradaciones de contrastes. Aparte de su maestría con el drapeado, no se detectan otras referencias a la Antigüedad en sus creaciones.

Jacques Heim
Gran parte de las creaciones del modisto Jacques Heim se han archivado en el Palais Galliera y están prontas para su redescubrimiento. Heim apoyó la obra tanto de Sonia Delaunay como de Dora Maar, que diseñó el logo y los anuncios de la casa de alta costura. El modisto, amante del arte y coleccionista, lanzó una insólita publicación en la que podía expresar su amor al arte. La casa de alta costura Heim destaca por la excelencia de sus creaciones, lo que implica la gran calidad de sus talleres. Su estilo es sobrio, carente de adornos innecesarios. Los trajes de Jacques Heim no son impresionantes, sino más bien discretos y elegantes.

INFORMACIÓN PARA EL VISITANTE

Dirección
Museo de Bellas Artes de Bilbao.
Museo Plaza, 2, 48009 Bilbao

Horarios
De miércoles a lunes de 10.00 a 20.00 horas.
Martes cerrado (salvo aperturas extraordinarias).
Cerrado el 25 de diciembre, el 1 y el 6 de enero.
24 y 31 de diciembre de 10.00 a 14.00 horas (Excepto coincidentes con Martes, día habitual de cierre).
El desalojo de las salas se inicia 15 minutos antes del cierre.

Precios
• General: 7 €
• Reducida: 5 € (estudiantes, menores de 25 años, mayores de 65 años y grupos a partir de 15 personas).
• Gratuita:
– Día del Museo (todos los miércoles)
– Amigos del Museo
– ICOM
– Menores de 12 años
– Menores de 25 años (domingos de 14.00 a 20.00 horas)
– Profesores, periodistas y guías acreditados.
– Discapacitados (si necesitan que una persona les acompañe para hacer la visita, a ésta se le aplica la tarifa reducida).
– Desempleados
• Bono Artean: 14 € entrada conjunta a los museos Guggenheim y Bellas Artes de
Bilbao.

Información
Teléfono 94 439 60 60
Fax 94 439 61 45
Web: www.museobilbao.com

FUENTES: Información cedida por el Departamento de Comunicación del Museo de Bellas Artes de Bilbao.

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